Álex se
sobresaltó. Estaba tan distraído que ni siquiera se había dado cuenta de que
llovía y aquel trueno lo había pillado por sorpresa. Cerró el libro y se asomó
a la ventana. Lluvia. Tormenta. Eran dos palabras que le recordaban demasiado a
ella. En otro tiempo, habrían salido juntos a dejar que la lluvia les calara las ropas, habrían reído y habrían vuelto a casa empapados para dejarse caer
sobre el sofá, al lado de la ventana con una manta y una taza de humeante
chocolate caliente sobre sus manos temblorosas. Y entonces, Álex habría podido
desviar la mirada de la ventana para poder seguir viendo la lluvia en los ojos
de Marta. Porque siempre tenían un aspecto muy parecido al cielo cuando llueve en verano: blanco, gris y a veces una pizca de dorado, en señal de que
el sol aparecerá pronto.En realidad, Marta era como la lluvia de verano. Caía
sin previo aviso, sorprendía a cualquiera, pero siempre alegraba con su
llegada. Y de repente, te plantaba una bonita sonrisa, como un rayo de sol tras
varias horas de lluvia interminable.Y parecía que con las nubes todos
tus problemas se esfumaban. O eso le parecía a Álex cuando estaba con ella.
Pero
claro, a estas alturas, los ojos de Marta, su hermana, llevaban cerrados más de cinco meses.
¿Y aquella sonrisa? Aquella sonrisa debía de haberse perdido en algún punto de
su inconsciencia, o tal vez antes, pero eso es algo que él jamás podría saber y
que, en aquel momento, no le importaba, porque no podía pensar en nada más que
no fuera lo que más añoraba en aquel momento: aquellos ojos grises y el sonido de
aquella risa, su risa, que lo hacía sonreír ante el peor de los problemas.
"tan distraído que ni siquiera se había dado cuenta" ... Fiel reflejo de su escritora con el móvil en las manos xDDDDD
ResponderEliminar