martes, 27 de marzo de 2012

Coeurs fugaces


Dicen que las almas gemelas se juntan para quererse. Dicen que una vez encontradas, ya no se separan.
También dicen que la excepción hace la regla, y tal vez ellos dos eran aquella excepción. Porque Nina y Mike eran almas gemelas, pero no de las que estamos acostumbrados. Digamos que eran una pareja un tanto peculiar, ya que ni siquiera eran pareja.

Nina estaba en el instituto, y Mike llevaba ya unos años en la universidad. Vivían en diferentes pueblos y, a pesar de la edad y la distancia, tenían miles de cosas en común. Cierto es que Nina y Mike no se veían todos los días, ni siquiera todos los meses, pero sí que hablaban a menudo, y cuando se veían, podían pasarse horas y horas en un mismo tema, sin cansarse o aburrirse, sin parar de reír, por muy serio que fuera el tema.
Compartían una especie de conexión. Eran capaces de saber qué pensaba el otro. Con una sola mirada podían decirse muchas cosas y una sonrisa bastaba para arreglar cualquier problema.
Se querían, es cierto, pero tal vez no de la misma manera; porque Mike estaba enamorado de Nina, y ella sólo veía en él alguien con quien hablar, seguramente lo más parecido a un mejor amigo que tendría jamás.
Tal vez esto influyera en que no existiera casi roce entre ellos. Es cierto que mantenían los modales, dos besos cada vez que se veían, dos más para despedirse. En tantos años de amistad, sólo se habían abrazado una vez, aunque tanto para uno como para otro, fue el abrazo más pleno que habían sentido en su vida.

Uno de los temas favoritos de Nina y Mike eran los libros. Pasaban horas y horas hablando de ellos, y solían prestárselos mutuamente. Con frecuencia bromeaban con aquello de que tenían una especie de librería compartida.
Nina no sabía que Mike la amaba. Tal vez por eso aquella declaración le afectó tanto. Tal vez por eso tardó tanto en leerse aquel último libro que le había dejado y que, finalmente, nunca devolvió.

Mike le pidió un día que tomaran café juntos, después de meses sin verse, después de aquel beso robado y la huída de Nina. Se marchaba a trabajar fuera del país, un contrato indefinido en Alemania, como él siempre había deseado, algo fantástico en la época de crisis en la que se encontraban. Nina sólo pudo sonreír y felicitarlo. Prometieron visitarse a menudo, siempre que fuera posible. Tanto uno como el otro, al llegar a casa, rompieron a llorar.

Dicen que en tiempos de crisis hay una "fuga de cerebros"; que miles de jóvenes huyen del país para buscar un futuro mejor. Mike siempre supo que lo suyo fue una "fuga del corazón", porque sabía que Nina jamás lo querría, y él necesitaba olvidarla. Nina también lo sabía, y tal vez fue eso lo que les llevó a prometerse cada uno a sí mismo no volver a la vida del otro.

Y ahora, lo único que queda del lazo de aquellas almas gemelas es un libro prestado. Un libro que mantiene la llama de la esperanza. La esperanza de que algún día, el del rescate de aquel libro secuestrado, sus vidas vuelvan a cruzarse y, con suerte, a no separarse nunca más.



1 comentario:

  1. Ojalá, que Alemania tenga muchos libros más que prestarle a Mike :)
    Te quiero ^^

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