domingo, 25 de diciembre de 2011


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-   "Acabarás solo con una puta copa de whiskey en la mano que te matará."
Y se marchó. Ella tenía sentimientos encontrados: lo odiaba, lo quería. Él la quería…  A su manera.
El silencio inundó la distancia creada. Él pasaba las noches perdiéndose en el alcohol y los edredones de alguna simpática chica. Ella sonreía durante el día y ahogaba sus llantos entre almohadones por las noches. Él pensaba que ella ya no lo quería y lo asumió con alcohol y buenas compañías. Ella soñaba con que él volvía, y se lamentaba de no haber podido olvidarlo.

Y pasaba el tiempo, y sus vidas, que un día estaban entrelazadas, se encuentran en una línea paralela, que de vez en cuando se cruza para recordarles aquella sensación de escalofrío y esa presión en el pecho, para que no olviden lo que aún sienten. Y a pesar de los años, él sigue siendo un hombre encantador y egocéntrico, y ella, una enamoradiza soñadora.
Y ahora sólo queda ella, él ya la olvidó. Ella ya no llora, sólo sigue sintiendo presión en el pecho cuando sus caminos se cruzan. Ella sabe que sólo fue un resalto en el camino, que no estaban hechos el uno para el otro, que él no la convenía a ella, que aunque lo quería, le hacía demasiado daño para continuar. Y ahora ella se siente confusa, porque se ha dado cuenta de que él ha seguido adelante y que ella aún no tiene claro nada, que a veces aún se sorprende pensando en él. Que aún pierde el hilo de sus pensamientos cuando lo ve, acompañado siempre, de esa presión peculiar en el pecho, inconfundible e inequívoca, que le hace plantearse cosas que hacía demasiado tiempo que pensaba, había dejado atrás.

Y ahora ella no tiene claro nada. Ahora ella tiene miedo. Y él… Él ya no recuerda cuan importante fue ella.









2 comentarios:

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  2. Quizás él nunca olvido nada, nunca digas cosas que no puedas asegurar.

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